La visión de unos cisnes ante un lago congelado en una inmensa planicie simboliza la fragilidad de la vida terrestre petrificada ante una realidad vertiginosa que la devora. El caligrama no va más allá de las figuras de la pareja de cisnes y sus sombras, incrustadas en el dibujo de la infinitud helada.
El poema que concreta el caligrama dice así:
Blanco despertar...
helado espejo de los cisnes, blancos.
El puñal de tus aguas, reptando,
el frío que devora la inmensidad,
estatuas va tallando, monolitos,
que quisieran volar, ser expeditos,
pero anclados están
al suelo nevado,
al suelo proscrito
donde permanecerán...:
piedra que el frío invierno lleva escrito.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
Blancos los cisnes de inocencia, mármol de nobleza... La Tierra es un inmenso océano de mármol sin vida y su espejo, real, es un lago helado de impiedad que habita en lo real... un caníbal que se devora a sí mismo en su eterno despertar... La vida que al nacer se asesina y es, con ser vida, muerte que camina hacia sí misma, completando su circuito...
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