De nuevo la ciudad, la misma que en Ciudad entre la bruma impertinente, la misma que en Metrópolis, (dos poemarios míos anteriores a éste, pero que comparten la alienación del individuo, el grito del ciudadano preso y reprimido y el enjambre urbano)subsiste, obsesión, cadena, condena... Un enjambre multitudinario para la soledad y el hastío, un cepo que aliena a sus hijos, a sus habitantes, atrapados en la rutina, obligados a la urgencia cotidiana, a la negación paulatina de sí mismos para convertirse en un engranaje más del Sistema que nos devora, nos deshabita, nos desaucia y nos aboca a una vida anodina sin más metas que la subsistencia, la supervivencia y el consumo de bienes... una ciudad que nos anula y robotiza para perdernos en la masa...
El caligrama, pertenece a mi poemario Arrastrando mi vida y contiene un grito reprimido de dolor. La ciudad, prisión, es en sí un grito de dolor, un clamor que late entre el asfalto, el vidrio y el cemento que le dan su forma... Pero su corazón, enfermo, grita su moribundez lenta, paulatina e imparable
Este calgrama
El caligrama, pertenece a mi poemario Arrastrando mi vida y contiene un grito reprimido de dolor. La ciudad, prisión, es en sí un grito de dolor, un clamor que late entre el asfalto, el vidrio y el cemento que le dan su forma... Pero su corazón, enfermo, grita su moribundez lenta, paulatina e imparable
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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