Una más de mis poemas ilustrados del poemario Pedra, paper, tisores, realizado conjuntamente con la pintora y poetisa y amiga, Casca Calaf. Pero no cualquiera, es la última, la que cierra el poemario y mi serie Tisores.
El poema se sitúa en el pensamiento de las tijeras y nos muestra su utilidad como el delirio de cortar, cortar lo que se le ponga a mano y toma el papel como soporte ideal, que no único... Cortar como un delirio, muñecos, figuras, como un juego... y hacer pedazos cuanto se ponga a mano (cabello, tela, carnes, cartón, vísceras...)... Si por ella fuera, no pararía de cortar, pero no todo lo puede... el metal podría si se le pone a láminas, pero no la piedra... La piedra rompe su filo y si insistes, hasta desmontar la tijera...
Los muñecos recortados y la piedra del poema, son recogidos en la ilustración pero esta vez es esta, la ilustración, la que toma la iniciativa y plantea una nueva incógnita, un nuevo juego, al mostrar la tijera desmontada por la piedra... y ahora el nexo común, la parábola a descubrir en el juego, es el paso del Tiempo.
El tiempo juega con el papel, es un muñeco en manos de su paso... Además de la memoria, sujeta a la fama, asesinada por el olvido, introduce la historia, que hace desaparecer intencionalmente un escrito, el azar del lugar donde se mantiene, sometido al fuego, a los ratones, a la humedad, a los agentes químicos que lo pueden borrar o desaparecer... La piedra no pudo con él, pero el Tiempo sí.
Las tijeras, al paso del Tiempo, se oxidan, se quiebran con el uso y pueden ser desplazadas por nuevos útiles... La piedra las quiebra, el paso del Tiempo, también.
La piedra, en cambio, todo y que puede ser alterada por el viento y el agua, esencialmente es eterna... De roca puede convertirse en piedra y esta, en arena, pero químicamente sigue siendo la misma materia,
aunque haya disminuido su tamaño... Ella puede perdurar como tal mucho más que las tijeras o el papel porque lo produce la Naturaleza, mientras el papel y las tijeras son artificiales, resultantes de la manipulación humana y, por lo tanto, ante la piedra, más maleables al paso destructor del Tiempo.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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