De la misma serie Animales salvajes, este mi Flamenco (imagen, diseño y poema míos), un caligrama, muestra la imagen, dibujada del ave zancuda, y el poema, en la sombra, a sus pies.
Es, pues, un caligrama dicotómico entre la imagen y su sombra, entre el dibujo y el poema.
La estilizada, esbelta y armónica, aunque desgarbada, ave, con sus posiciones y sus andares, sus coreografías individuales y colectivas le han dado el característico que comparte con todas las zancudas nombre de flamenco precisamente por su indudable semejanza... zapateaos, marcha colectiva o coral hacia un lado y el contrario y su posición durmiente, sobre una pata, como una bailarina clásica (gesto que comparte con todas las zancudas, todas estilizadas, patilargas, esbeltas, de vuelo armonioso y solemne y preciosas coreografías de flirteo en la época de celo) son sin duda la fusión ideal en la que radica la denominación de esta ave migratoria, de la que una de sus especies anida precisamente en Andalucía, precisamente por la similitud de todos estos gestos colectivos e individuales con los bailes, flamencos, que caracterizan el folclore de esta región y Autonomía española.
Si la imagen habla por sí sola, el poema, una etopeya, lo certifica en sus versos:
Bailando estás
en el tablao lacustre
con tu elenco,
zapateando todos al compás
y el agua es un espejo
para los bailaores
más selectos.
Hasta durmiendo,
tu cuerpo estilizado
es armonía...
Bailarina clásica en solitario
y, todos juntos,
de flamenco
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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