Apunte y dibujo poemado que ilustra uno de los estandartes característicos en las Fiestas Mayores estivales (y de inicios de otoño) de Cataluña en los que, como en todo el orbe mediterráneo, en donde el fuego es tan característico como primordial: Los diablos (diables), que como los dragones y bestias de fuego muestran el simbolismo de lo pagano y lo infernal, como mostradores de que en la tradición ancestral, el bullicio, la fiesta y la diversión, fueron relacionados por la Iglesia, con el pecado y el delirio que liberaba las pasiones mitigado por la ofrenda de las fiestas a la Virgen o a un Santo como mediador ante Dios, santificando y bendiciendo las fiestas y la alegría popular.
El Fuego, en forma de cohetes y petardos culmina con la ceremonia nocturna de unos fuegos artificiales tras un cercavila, con gigantes y cabezudos y el desfile de los bailes populares, que, con la presencia de los diablos y las bestias de fuego más la de otras bestias feroces que embisten al público, o lo rocían de cal o refrescan con agua, convierten el cercavila en correfoc.
Hay una clara relación en todos estos elementos festivos mediterráneos con todas las fiestas ancestrales que celebran los solsticios y equinoccios (Navidad (entrada del invierno), Carnaval (Otoño), San Juan (verano) y la Vendimia (otoño), de los que el cristianismo se apropió y convirtió en fiestas cristianas, y por lo mismo, con las luces navideñas, los desfiles de disfraces, las hogueras y cohetes de San Juan y las fiestas dedicadas al vino como elemento esencial e imprescindible para toda fiesta, en los que los castillos de fuego y el fuego como tal son esenciales como también existen nexos con el simbolismo del pecado y el papel de este en la buena o mala muerte. Así desfila el pecado bailando entre máscaras y disfraces que convierten a los humanos en seres grotescos en Carnaval o en esqueletos en las Danzas de la Muerte de Semana Santa o los diablos, bestias de fuego o bestias infernales sin fuego de las fiestas mayores de todo el Levante Peninsular e Islas Baleares...
Y claro está, estos elementos se significan también en Cubelles, como ciudad catalana que es.
La imagen, mi apunte, de los diablos danzando con sus martillos de fuego lanzando cohetes atronadores y su lluvia de fuego hecho chispas que giran en una espiral maldita, acompañada del humo que todo lo envuelve y devora y el sonido atronador de los petardos unido al de los timbales que acompañan el baile y dan el ritmo infernal dan el punto exacto y la visión dantesca que certifica que los demonios mismos han despertado para conducir al pueblo a la locura de la fiesta y al delirio de los sentidos (como en carnaval), desatando la alegría y el placer pecaminoso que nos hace sucumbir a las tentaciones que la fiesta nos ofrece (ágapes para la gula, bailes y sensualidad, licores y vinos para las orgías y bacanales que se suponen componentes esenciales de la Fiesta y que multiplican los placeres de todos los sentidos: vista, gusto, olfato, oído y tacto) es clara y meridiana y el poema, mi poema, en catalán imprescindible para la consonancia de lo mostrado, no pueden hacer más que describir la acción, la situación y el simbolismo de los diablos en tales ceremonias. Y dice así:
Hem sortit del foc de l'Infern,
del món de la lava més calent,
tot ballant amb una torxa lluent.
Xisclen les espurnes de l'Avern
i portem trons i flama ardent
i timbals pel vudú i fums de sofre.
Compte per que del pecat
obrirem el cofre
i ballareu amb nosaltres
tot el dia i tota la nit!
No tindreu fre ni rescat,
res importarà el que diguin els altres.
A la disbauxa i la Lluna el vostre crit,
al ritme dels timbals que ens acompanyen,
el veins tots amb nosaltres ballen.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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