En este 2016 pródigo en efemérides de grandes literatos, (cuarto centenario, como los de las muertes de Miguel de Cervantes Saavedra, el de William Shakespeare o el del Inca Garcilaso segundo centenario, como el del nacimiento de Charlotte Brontë o el de la muerte de Leibniz, o centenario de las muertes de Jack London, Henry James, José de Echegaray, o el del nacimiento de Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo, Roald Dahl o Bassani y hasta el de la publicación de Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez, que significó el interés de los jóvenes de la Generación del 98 tanto por una poesía pura como por las innovaciones vanguardistas), no podía faltar la conmemoración del centenario de la muerte de Félix García Sarmiento, el gran poeta nicaragüense, que firmaba como Rubén Darío, en la nicaragüense ciudad de León.
Este excelso poeta que con Azul (1888) se convirtió en ídolo de poesía modernista, barriendo incluso a los ídolos de la poesía modernista en lengua castellana, y no había pocos, como el argentino Leopoldo Díaz, José Martí, el poeta abandera de la Revolución cubana que llevó a su independencia, el también cubano Julián del Casal, los mejicanos Salvador Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Nájera y Manuel José Othón, el colombiano José Asunción Silva y hasta el malagueño Salvador Rueda... Todos ellos atraidos por el parnasianismo francés de los Théophile Gautier, Leconte de Lisle, Sully Prudhomme, Heredia o Catulle Menès y definitivamente por los simbolistas franceses de los Baudelaire, Rimbaud, Mallarmée, Paul Verlaine y Paul Valery... El bombazo del poemario de Rubén Darío fue tan grande que una pléyade jóvenes poetas en lengua castellana su convirtieron en seguidores acérrimos, justificando que al modernismo literario de aquella época en nuestra lengua se denominase rubéndarismo... Así, en América, entre otros muchos seguidores de gran calidad encontramos nombre como, entre otros, los mejicanos Amado Nervo, Luis Gonzaga Urbina, Enrique González Martínez, José Juan Tablada... los argentinos Leopoldo Lugones, Jorge Luis Borges... los colombianos Guillermo Valencia o Porfirio Barba-Jacob... los peruanos José María Eguren y José Santos Chocano... , los uruguayos Julio Herrera y Reissig, Horacio Quiroga y Delmira Agustini,.. filipinos, chilenos, ecuatorianos, guatemaltecos, nicaragüenses, panameños, cubanos, dominicanos... La lista es enorme... Faltó visitar España con los actos del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América, ser cónsul nicaragüense en París, lugar de peregrinaje de los jóvenes poetas de la época... Manuel y Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Francisco Villaespesa, Ramón María del Valle-Inclán, Ramón Pérez de Ayala, Eduardo Marquina, Emilio Carrere... quedaron prendados de su poesía y se convirtieron en poetas modernistas o mejor, rubendaristas... sólo faltó el bombazo de Prosas profanas (1896) para que su liderazgo fuese indiscutible y se produjese un viraje hacia un modernismo más intimista, reflexivo, melancólico y nostálgico, más existencial y reflexivo que tuvo su punto culminante en Cantos de vida y esperanza (1905)... Todos se reconocían de la misma inclinación neorromántica, sentimental tiznada de hibridaje entre el vitalismo de la voluntad de ser uno mismo y el existencialismo de buscar un sentido a la vida... No es de extrañar que Azorín, cuando reconocía entre los jóvenes escritores y poetas una comunidad de rasgos y a los anteriores unían un panhispanismo que se oponía al nacionalismo e indigenismo del primer modernismo y los creyese una misma generación, la Generación del 98 (en la que incluyó a los modernistas y, entre ellos, al propio Rubén Darío)... Acertó en que los modernistas eran una generación, pero los que no comulgaban con todas sus características eran los del Grupo del 98 (Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu... a los que luego se unirían Antonio Machado y Valle-Inclán), que son quienes se quedaron con la nominación generacional.
Sea como fuere, Rubén Darío fue un magnífico poeta, capaz de atraer a las masas y si su poesía parece ahora superficial y altisonante, olvidando que también fue ingeniosa, altamente creativa, innovadora y acabó siendo también reflexiva y autocrítica (pero no comprometida), es porque la época y quienes la dominaban, el gran capitalismo, y sus características decadentes, dandystas, bohemios, elitistas, sibaritas como formalistas rebeldes, eran así... No podíamos esperar otra literatura de aristócratas, clases acomodadas, arruinadas o no, banqueros, diplomáticos... No se puede negar su calidad, su originalidad ni su papel de abanderado...
En cuanto al caligrama, lo es con todas las letras. Mi caligrama representa el rostro del gran poeta en plenitud como mi poema, el poema que lo integra glosa su excelsa poesía, glosa su papel y nos da crédito de obra, características y fama obtenida.
Cayó el árbol que sostuvo mil poetas.
Se apagó el faro y los jóvenes cayaron.
Los cinceladores de formas sellaron
el pozo de sus creativas recetas.
Ya no hay princesas dulces y pizpiretas,
ni palacios, ni cortejos...: Expiraron
con tu voz, aquella voz que tanto amaron.
Rubén, Rubén... te anunciaron los profetas
y fuiste un Salvador de las bellas rimas.
Arrullabas poesía sibarita
entre mil cortinas de absenta sonora.
Subiste a los cielos, bajaste a las simas,
tentaste amor a la odalisca exquisita,
te citaste con Venus a la misma hora.
De versos sonoros anegaste el Mundo.
Nadie dudará que tú eras poesía,
que eran, tus palabras bellas, ambrosía
esculpida de emoción en lo profundo,
que repartiste, viajero vagabundo,
por doquier donde tu voz se desvestía
y era esa voz exquisita poesía
cincelada en cada verso tan fecundo
como tantas sensaciones bien descritas
en palabras por tu verso dominadas
en el bello Azul de tus Prosas profanas.
Cantos de vida y esperanza recitas
como música celeste de las hadas
y rezuma poesía en las ventanas.
Por eso fue que te fuiste un dieciséis
de año, como los insignes escritores...
Murieron o nacieron progenitores
de muchos de los tiempos que conocéis.
Cervantes, Shakespeare... ¿Qué más grandes queréis?
El Inca Garcilaso con sus tambores...
¿Qué pocos encontraréis con más honores)
Murieron en mil seiscientos dieciséis.
Y Charlotte Brontë nació cien años antes...
y Leibniz, doscientos años de su muerte...
¡Ese ilustre cementerio de elefantes!...
Pero la gloria siembra distinta suerte...
Te acompañaron James, London en el viaje,
Echegaray, Aleijem con su equipaje.
Muerte también en Somme y Verdún, la Guerra...
Pero nació Cela cual Buero Vallejo,
Roald Dahl, Bassani y un nuevo espejo
de poesía inunda nuestra tierra.
La sombra violenta todo lo entierra.
Ese huracán de ira y su reflejo
inunda de cadáveres su espejo...
La puerta de la paz brutal se cierra.
El mundo que viviste ya agoniza
y toda su bohemia se desploma,
como el mismo Titánic, él naufraga
y ya sólo tanta muerte escandaliza...
Ni ajenjo ni princesas... Nada es broma.
de aquella poesía, sombra vaga...
solo quedaron ecos y silencio
y tu voz se perdió enferma y cansada,
Mas tanta poesía venerada
no podía olvidarse tan sin premio.
Naciste grande, te hiciste gigante...
Siempre quedará tu verso elegante.
El tributo de los genios recuerda
la belleza de tu verso sonoro.
Tus discípulos lo creyeron oro
y fueron pléyade de obras maestras
que imantados de tus versos forjaron
poesía cual nunca imaginaron.
Esa estela te dejaron perfecta,
esa cola de cometa celeste
conformando tu nutrida hueste
que te declaró ya siempre poeta...
Rubén, Rubén, Rubén y poesía
fusionados cual Sol y luz del día
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
Vaya mi rendido homenaje a quien tanto debe la poesía moderna en nuestras letras y a quien tantos buenos y grandísimos poetas encaminaste en ella, sembrando tu semilla, tu voz sonora y esplendente de armonía y sensibilidad como, al fin de tus versos de reflexión humana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario