Con idéntico perfil que el conocido refrán De tal palo, tal astilla, el caligrama, mi caligrama, propone al ser humano rebeldía contra aquello que limita su libertad de pensamiento, de actuación y de expresión. Si el poder y los intereses creados recortan derechos y la libre expresión de ideas y obras y son una tijera que impone la ley del poderoso y de los privilegiados que sustentan el sistema, recorta tú también su voz en tu conciencia y no renuncies a todas tus libertades ni a tu rebeldía y, con idéntica voraz y desvergonzada tijera, recorta en tu mente y en tus actos, todo aquello que te impida ser tú mismo en todos los sentidos, no ya por ti, sino por todos los que conviven hoy y son silenciados o marginados y padecen injusticias y también por quienes nos sucederán y heredarán el mundo que les dejemos... No hay que dejar medrar a la injusticia, al abuso, a la ambición, a la mentira, a la corrupción, al odio, a la venganza, a la violencia y a la guerra y hay que luchar por dejarles un mundo seguro y justo. Por eso, si la tijera simboliza el medio, la manera de actuar en equivalencia a quienes nos coartan, nos utilizan y nos mienten amparándose en el poder, que, encima les hemos dado nosotros con nuestro voto, o con el poder del dinero, el poema expone ese propósito de construir un mundo mejor y de futuro y para el futuro.
El poema, mi poema, excede al caligrama y prosigue más allá de este. Al leerlo completo podremos observar qué parte pertenece al caligrama y cuál al colofón no caligramado y el poema dice así:
No quieras regresar al pasado
si el presente atosiga y estrangula
tu incierto futuro.
Piensa en tus hijos, tus nietos...
Han de vivir lo que les dejemos
y eso ha de ser tangible y deseable.
No podemos, por egoísmo nuestro,
dejarles un infierno
que sea, al fin,
producto de nuestro capricho
que impulsó el mundo al abismo
por vivir sin pensar en qué vendrá luego...
y luego heredar nuestro odio y fuego,
dejarles, sin oasis, un desierto
o el detonante y la chispa que del gas venenoso,
tóxico y combustible, incendie de ira
cuanto existe y haga del mundo una pira
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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