En la tradición renacentista, el humanista, culto, erudito, interesado en todo tipo de conocimientos y saberes y en conocerlo todo, viajar e indagar como en crear, reflexionar sobre cualquier tema, es el prototipo de intelectual, de hombre al que todos aspiran ser y Juan Boscán no será una excepción.
El caligrama y el poema que lo integran, el pictocaligrama, representan aquí a un humanista a la usanza de los hombres del Trecento a los que toma como modelo y a los que pretende imitar en un momento en que la concepción del hombre, gracias a los humanistas, convierten a éste en centro y medida de todas las cosas. Es el antropocentrismo u homocentrismo que sublima el tópico expresado ya por Dante Alighieri del homo mensura, que predica que, no solo que el hombre es la medida de todas las cosas, sino que, la medida del hombre es la de sus actos y sus obras. El poema, mi poema, reza así:
Feliz es quien conoce su medida,
inscribe en la razón conocimiento
y pone su interés como cimiento,
saber todo con ansia desmedida,
crear Arte, inventar para ser brida,
hacer del equilibrio armonía y viento
que conduzca nuestro arduo sentimiento
entre la razón y la ígnea herida.
Sepa el corazón su pasión ferviente
y excave la razón donde la ciencia
viaje a la auténtica sabiduría
y distinga, en fín, ángel de serpiente,
pues solo así hallará pura su esencia
quien de oír y aprender es melodía
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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