domingo, 29 de enero de 2012

SABUESO IBÉRICO

La caza fue uno de los factores que influyeron decisivamente en la evolución humana y la domesticación de cánidos, probablemente lobos o cercanos a ellos, para domesticarlos y lograr con ello lo que son nuestros perros, los más leales compañeros animales que tenemos, es sin duda una de las más antiguas domas animales y, según los datos científicos al respecto, la más antigua. De ellos se lograron razas especializadas en la caza, vigilancia de la casa y defensa de la misma, vigilancia del ganado... El caligrama presenta y loa una de estas especies de perros rastreadores de caza, el sabueso ibérico, una de las razas, al respecto más antigua (ya estaba datada en el siglo VI a.C. y se sospecha su origen púnico)... La caza y la supervivencia en nuestros estadios más primitivos formaban un tándem inseparable, como, después la vigilancia del ganado y la casa, el tiro de trineos... Más allá de la caza como deporte, y más cuando no se liga a la alimentación, a la supervivencia, al vestido cuando no existían sustitutos... y se de´dica a una estúpida búsqueda de trofeos para inútil gloria del cazador, los perros de por sí, todos (fieles y leales), como los perros cazadores, construidos por nosotros a base de seleccionar especímenes, sí merecen el respeto y el cariño que en sí representa este caligrama cuyo poema, mi poema, glosa articulando historia pasada y presente junto con la merecía alabanza que en sí ya merece siquiera su magnífica e inconfundible estampa. Con él va mi homenaje al perro en sí, a todos los perros que en el mundo han sido y nos han dado tanta abnegación, cariño y lealtad incluso aún cuando los hemos maltratado y tratado a palos... Un ser de esos que llamamos humano abandonaría a su perro (algunos desalmados, incluso los torturarían sólo por diversión o los ahorcarían cuando ya no les son útiles, como se hacen con nuestros galgos), pero un perro, jamás abandonaría a su amo...:

De antaño eras leal a nuestra cita.
Tantos siglos de rastreos vividos,
tantos jabalíes, perdices, nidos...
la oscura madriguera que te excita...

Conejos, liebres, el matorral grita
tu presencia en tantos años dormidos,
se prolonga en los espacios perdidos
y en los páramos inmensos palpita...

Correr tras de la presa y levantarla,
seguir el vuelo del venablo alado,
dardo o flecha, después cartucho o bala

si no esquivo perdigón, y cobrarla
para el que la lanzó y queda apostado
por si el disparo falló enhoramala.

Sabueso español, con tu buen olfato,
de antaño, y muy antiguo, tienes casta,
merodeando por la árida y vasta
tierra y los bosques donde habita el gato

montés y galopa el caballo grato
al montero al que una pieza le basta
para comprobar tu adecuada pasta
a tu oficio montaraz siempre ingrato.

Remolino de jauría al acoso,
los tiempos han variado tu compaña
y otros perros a tu lado, en maraña,

marchan, más tu sigues siendo precioso
a tu oficio y labor como es tu sello
cuando luce tu astucia en un destello.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ


domingo, 15 de enero de 2012

SARCÁSTICA ES NUESTRA DESNUDA HUMANIDAD

El hombre, no el varón, sino el ser humano, es una risible caricatura de lo que pretende, vestido de orgullo y vanidad y de una humanidad intelectiva, creativa, piadosa y generosa que no profesa más que en la excepción y menos en aquellos que ostentan el poder y lo ejercen pensando sólo en sí mismos y en levantarse un mausoleo faraónico a su vanidad y a su codicia. Si el caligrama adquiere un aspecto caricaturesco, si el hombre aparece desnudo es para delatar tal condición y así reza mi poema que desciende por la cabeza y cara al contorno diestro de la imagen, designa el velludo pecho y desde las raquíticas vergüenzas, diseña el resto del cuerpo y culmina con una sombra lapdarias que crece en delatar quienes de entre nosotros responden más a este retrato. Si el poema adquiere una forma determinada, no es porque sí, es un altar, una mesa de ofrenda a  nuestro culto levantado para loarnos a nosotros mismos que siempre nos hemos creído superiores a cunato nos rodea hasta que la Naturaleza nos pone en nuestro penoso sitio. Le basta con un seísmo, un maremoto, una riada...:
Vendido está, en el Mundo, cuanto hay de pureza,
si es que el hombre ha puesto pie y mano y zarpa,
que todo se tizna y es nuestra clara huella.
El cor gentil es un avaricioso.
Tanta codicia impera,
que espera ansioso
la muerte del vacino;
de la desgracia ajena,
sacar provecho,
incluso bailar
sobre su sarcófago y brindar
por su desgracia.
No fue fortuito
si nuestro camino
lo iniciamos como carroñeros.
A ese perfil los amos se mantienen.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ