domingo, 29 de agosto de 2010

PASIÓN CELESTE

De nuevo un caligrama, gráfico y de recorrido, con un lenguaje simbólico y surrealista. Los versos nos llevan al vértice de un horizonte montañoso, la Tierra, para caer desde el paraguas de la bóveda celeste, antítesis solar, a la Luna. Ojos astrales que nos observan, para jugar a los astros amantes, génesis cotidiano y metáfora y símbolo vital del amor y plasmación de la génesis universal, combinando recursos gráficos (gritos que se hacen de mayúsculas y negrita; extremos opuestos que están y no están en el invisible péndulo del amor.

Arden de pasión en el horno del amor los amantes y su fluir, arriba y abajo, obsesión que se hace hace pasión sensual y sensitiva, cabalgando eléctrica visión del amanecer.

Fluye así un poético juego de metáforas y símbolos para convertir el amanecer, al Sol que nace y a la Luna que se va y se oculta, en un paralelismo de los amantes universales: Al amparo del amanecer, los amantes giran en la noria de su pasión, incendio, enigma, donde se encuentran los cuerpos con su origen. La Naturaleza, los astros inanimados, convertidos en vida y energía y la vida convertida en deseo. Nace el Sol, amor ardiente, fuego creciente, aún carmín, y, simultáneamente, muere la noche en su oscuro túnel de incertidumbre, queda la luz naciente del amor, ya una evidencia. El amor es eso y eso, obsesión, pasión, esencia, espíritu, energía que se incendia en la locura eléctrica: el Sol, Adonis, se yergue sobre la piel de Venus, de su Luna, blanca de enigma ella, blanca de inmensidad nívea, que a los amantes rodea y queda, en un instante, en una eclosión de hermosura, el amor, acción, esencia ígnea y ardiente, belleza que cabalga en el universo que sólo habitan los amantes, allí donde se lanzan a su infinito sin tiempo ni distancia, sólo amor...

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

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