viernes, 12 de febrero de 2021

MEMORIA DEL TIEMPO Y DE LO PERDIDO

 La imagen muestra lo que se denomina una imagen poemada. La imagen, en la parte superior me muestra en mi imaginario, en la más tierna juventud, aún sin patillas, ni barba ni usando gafas como en la actualidad, en la barra de un bar. En la adolescencia en que aún no había empezado en placeres adultos pero ya tentado por una jarra de cerveza como imaginario punto de origen de los placeres perdidos, en los que la barra del bar es uno de los puntos centrípetas de tales placeres terrenos. Bajo él y en relación con él, surge el poema, Un poema quebrado, exento y fácilmente legible...:

Bajo mi dibujo sintético, el poema parece navegar, quebrándose en tres partes, que más que tres estrofas están en relación con el contenido del poema y su estructura interna. 

El contenido evoca todos los placeres perdidos en el tiempo, igualándome a cualquier otro varón maduro y ya iniciando la vejez y, aunque, en un principio, confeccionado en Sabiñánigo, en 2019, podría quedarse ahí, y unir la reflexión a lo genérico, ahora, con la pandemia, cobra más peso y un sentido más exacto.

La imagen me muestra tomando un café pero observando la jarra vacía de cerveza (a mi derecha en el dibujo, pero a mi izquierda en lo que este representa). que evoca los placeres perdidos, la juventud, la fiesta, los placeres sensuales... en el momento en que nacieron y el contraste del del disfrute delicuescente pasado con la rutina, el tedio y el hastío presentes, que, actualmente han desembocado en un día de la marmota sin alicientes que se repite sin esperanzas de arreglo y como se ha convertido la vida en la pura inercia de la supervivencia y ahora, en esta pandemia con más esencia ineludible de lo dicho.

Así reza mi poema sin la quebrada estructura original y transcrito a letra de imprenta:

¿Cuántas barras de bar, cuántas cervezas...
cuánto cafés y cuántas copas van
para una vida que hurga en el desván
los tiempos perdidos sin sutilezas?

Ya en la bisagra de recuerdos, rezas
flashes de memoria que devolverán
su aroma y te preguntas dónde están
tus amigos de entonces, las cervezas

y los veranos dorados, las fiestas
y los bailes, los discos, discotecas,
aquella chica rubia o la morena

que el tiempo se llevó entre muchas siestas.
Girando el hilo del reloj, sus ruecas
deshilvanaron el hilo sin pena

y ya solo telarañas recuerdan
que también viví, que sigo viviendo
aunque les deshilachen las cuerdas
de la vida, que siguen resistiendo.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ

Tomamos ahora consciencia de dos tres cosas: 

1) En la creación inmediata, el poema surge por sí mismo hasta tomar cuerpo. Es un cuerpo iniciático con sentido y, en este caso con armonía. Ya existe, pero el autor, yo, en este caso, precisa releerlo para que encaje sentido y armonía. Es por eso que, al darle la forma literaria definitiva surgen tildes, signos de interrogación que no estaban en el original, pero, como el escrito ya existe, la corrección en imagen puede no ser posible sin cambiar la forma original. Es bueno pues mostrar ambas, la original y las correcciones definitivas.

2) Precisamente de ello podemos observar, y eso sí estaba en el poema original y no en la visualización,
que sigue su propio ritmo (presentación con detonante con primer cuarteto, nudo o cuerpo, con el conflicto reflexivo, y desenlace, con la reflexión conclusiva separada y exenta del último cuarteto) y que este corresponde al de la estructura interna y no el de la externa. La reconstrucción de esta, hecha a posta, nos revela un soneto clásico con un estrambote colofón en cuarteto.

3) El recorrido del poema se resume en la última estrofa, separada por ello como conclusión, para decirnos que el camino de las vivencias nos aboca a los recuerdos que son quienes acaban dando sentido a nuestra vida que solo persiste como tal mientras recuerdas y no olvidas lo vivido porque ese olvido funesto es la muerte real de tu vida, tanto, que te persigue más allá de tu muerte física y vives en el recuerdo de quienes te sobreviven hasta que te olvidan por completo, cumpliendo tu muerte real y definitiva. Es entonces cuando incuestionablemente no existes para nadie.

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ