Con un pictograma caligramático, el poema, mi poema se inscribe directamente en mi propio dibujo, con poema e imagen en un sistema de complementariedad completa. Uno y otro se inscriben en la presentación de un paisaje natural intrínsecamente bello y cumplen la función de ilustrar el tópico clásico del Beatus ille..., en el que se alaba la Naturaleza indicando que feliz o dichoso aquel que puede permitirse el lujo de contemplar la perfección de su belleza en contraposición al ruido, a la urgencia y a la esclavitud de rutinas de la ciudad. Este es exactamente el sentido que adquieren ambos, poema e ilustración o dibujo y, por tanto, el caligrama en sí mismo.
Aquí el poema se inscribe directamente en el dibujo, concretamente en el tejado de la casa, y dice así:
Alma de la tierra lates, corazón de madera...
De tu verde piel me nutro para ser vivienda.
Para lo que no es mi mundo, llevo mi venda
hecha de trinos y de brisa calma que espera
que el tiempo no tenga muros y el espacio, puertas
que me lleven al gentío y al bullicio histérico
y al nudo de la urgencia de los casos inciertos
donde, a gritos, habita el placer más quimérico.
De la Naturaleza me visto y me rodeo. La bebo
para que todo sea igual en cada día nuevo.
Me acaricia el viento y me peina y me perfuma
y me alimenta con el agua, origen de la vida.
La paz me acompaña, que por doquier rezuma.
Surge de la belleza misma y su sin medida.
Mi esqueleto de madera aún conserva el gen
de los antepasados intacto y bien visible
y lleva el sombrero de paja y ramas calado
y el fuego del hogar, en mi interior, sabe quién
me hizo y quién me cuida y quién me habita y es sensible
a mi mundo y a mi entorno, en él siempre anclado.
En los bosques estoy porque a ellos pertenezco.
Entre árboles me levanto, vivo y anochezco
y entre árboles duermo, con los animales más bellos,
libre del hombre urbano y de los atropellos.
Aire limpio y escarpado terreno me abrigan,
donde reinan los fantasmas de la densa niebla,
el blanco níveo invernal, la arisca tormenta
urdida por negras nubes a quienes persigan,
el rayo y el trueno redoblando en la tiniebla
son el mundo que que me acompaña en la magia tangible
en esta hipnosis imán de la contemplación sensible.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
De esta manera, cabaña de madera y paisaje se integran en un todo de belleza y paz. La cabaña se integra al paisaje y forma parte de él como el poema articula ambos en un todo.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ