El caligrama toma la imagen de las Venus Paleolíticas de la Cueva del Príncipe, en Grimaldi, Liguria. Sobre las formas de esta imagen paleolítica, el poema que compone el caligrama, o, en este caso, pictocaligrama, tata de reencontrar la visión de aquella Diosa Madre que fundamentaba la esencia de la fertilidad terrestre como fundamento de la vida plasmada en inequívoca como enigmática forma de mujer. Completa, el mismo, la serie de Venus Paleolíticas que se refieren a nuestros orígenes y nuestro larguísimo camino hacia la actualidad. El poema, reza así:
Estilizado interrogante de mujer.
Embarazada,
sí, embarazada,
como evidencia sin duda
y como tu certeza de ser mujer.
La vida, el futuro por nacer
quedaron en ti simbolizadas,
Diosa, Diosa Madre, Madre Tierra...
¿Qué importa tu rostro sin rostro,
tu enigma concreto?
Eres todas las mujers,
todas las madres fértiles,
todas las ansias, todos los placeres
del hombre y de su especie,
todos los goces ideales
de un mundo de infinitos vértices.
Eres la vida,
la llama vital de los seres reales,
y sin ti,
nada es posible.
Bajo aquel sumario de bultos
crecía un río carmesí
de vida tangible
que huía de los tumultos
para hacerse y ser Madre.
Madre común de cuanto vive.
Madre Tierra, Tierra Madre
cuya universal fertilidad se percibe
como vida, energía imprescindible
de la Tierra que nos acoge y nos pares
a cuantos formamos su estirpe
milenaria como tu vientre fecundo.
Madre Tierra, Tierra Madre,
que es todo nuestro mundo.
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ