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Animal descabezado
de mi yugo de madera,
mi cuerpo domado
de caballo sin pradera.
Soportaré cuanto me pongas
sobre mi plano lomo,
recio y aplastado:
La fina silla de montar,
de plástico, para mi espalda,
soles de loza abonados
de especies carnosas y oblongas,
jarrones de exiguo mar,
lanzas de ápice romo
por doquier posados,
celadores dislocados
que me quieren atacar...
Desde borricos anclados,
esfinges que han de gritar
bramidos siempre callados,
vocean gruñidos feroces...
A dentelladas se exclaman
del cansancio que derraman,
del dolor de las coces
que la realidad les da.
Animal descabezado,
de su cuerpo de madera,
tallado para la espera,
para la esclavitud domado,
ya nunca se quejará
del brazo que lo ha encadenado
a su inmóvil sitial
por el hombre enjaezado...
Ni planta, ni animal...
Mueble serás,
para siempre mancillado
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
de mi yugo de madera,
mi cuerpo domado
de caballo sin pradera.
Soportaré cuanto me pongas
sobre mi plano lomo,
recio y aplastado:
La fina silla de montar,
de plástico, para mi espalda,
soles de loza abonados
de especies carnosas y oblongas,
jarrones de exiguo mar,
lanzas de ápice romo
por doquier posados,
celadores dislocados
que me quieren atacar...
Desde borricos anclados,
esfinges que han de gritar
bramidos siempre callados,
vocean gruñidos feroces...
A dentelladas se exclaman
del cansancio que derraman,
del dolor de las coces
que la realidad les da.
Animal descabezado,
de su cuerpo de madera,
tallado para la espera,
para la esclavitud domado,
ya nunca se quejará
del brazo que lo ha encadenado
a su inmóvil sitial
por el hombre enjaezado...
Ni planta, ni animal...
Mueble serás,
para siempre mancillado
MANUEL MILLÁN CASCALLÓ
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